“Cuando el ser humano se encuentra consigo mismo en el reconocimiento de sus fortalezas y debilidades, retira los velos que opacan su personalidad y surge entonces, su verdadero BRILLO y otra fuerza, toma su lugar.”

jueves, 15 de septiembre de 2011

NACER Y RENACER


Nací un día de septiembre, acompañada del beneplácito de mis progenitores. Entonces aterricé en esta densidad, para hacer parte de la comedia humana bajo el tutelar siempre amoroso de la Divina Providencia. El consenso de nacer e iniciar mi viaje humano en el presente, arrancó en este imprevisible paraje de simbólico tricolor Colombiano, en donde mi actualidad ha ido tomado sus matices y en donde mi vida ha sido grata y satisfactoria.

Bogotá ha sido punto de origen en mi presente y experiencia.  Reconocida en un tiempo como ‘Atenas Suramericana’ -aprendimos en el colegio- tan acogedora en mi niñez y adolescencia, hoy, ciudad en constante crecimiento, tanto como la modernidad y los avances la pueden mostrar y definir. He crecido en esta ciudad en un rito de amor y genuina pertenencia muy a pesar del avasallante grotesco de la insensibilidad de los cambios, de la instalación de todo tipo de variantes que nos van alejando alguna memoria y colocando en otra geografía que aún conserva la generosidad de sus montañas y parques y cielo que son matizados y cambiados por otro diferente paisajismo, hijo consecuente del caos urbano. Porque Bogotá, tengo la impresión, que no termina de construirse. Su acento de metrópolis en transición y tinte contemporáneo, salpicada de contrastes de luz y densidades, es sin duda y a pesar de todo, matriz que prodiga lo suyo en medio del amasijo de influencias de todo tipo. Lo que irrevocable, alimentó mis raíces.

Y es que la turbulencia de energías que conforman este singular tejido en ‘la tierra que nos vio nacer’, no es poca cosa, abatida en el presente por la irrupción cruel de la globalización. 
Convivir con los impetuosos estremecimientos energéticos a veces imperceptibles -de no ser por la evidencia- no es sencillo, pues interactuar con frecuencias de vibraciones complejas, nos define como las personas que somos y correspondemos a tal o cual ciudad o país, y nos obliga a advertirlos, vivirlos y padecerlos frente a resultados no menos dolientes y asombrosos. Pues el tramado acompaña y empuja fuertemente un caudal de emociones, fuerzas intrínsecas propias de esta geografía, que devela cada pieza del rompecabezas oculto, del destinatario y su destino. Quiero decir, nos perfila muy particularmente en esta especie de sobre-estimulación colombiana.

El resultado, sin duda, será en positivo pues lidiando y conviviendo con esta febril amalgama y en lo que a mí respecta, sospecho que mi herencia familiar hizo complicidad y concilié con el entorno a través del disfrute del arte y la comunicación en la complacencia de ser mujer transeúnte en el vaivén oscilante de mi péndulo... De un paisaje a otro y en el gozo de la creatividad.

Fue así, como en este peregrinar, un día, encontré la opción del auto-conocimiento hacia mi despertar espiritual.
Y entonces me entregué al magnífico encuentro, provocando a mi paso, muy seguramente, resistencia, estupor y alguna notoria preocupación. Con todo, atesoro la paciencia y cariño de mis seres amados y más cercanos, pues en el ejercicio de des-aprender también se impuso en mi vida,algunos des-arraigos. Dejar a un lado mis usuales herramientas de conocimiento, incluido mi estilo de relacionarme con lo llamado social, y así, me interné en otras experiencias y circunstancias que abordaron mi interés y exigieron de mí, concentración y entusiasmo, entre otros, para reconocerme adentro de otra energía desconocida hasta entonces, y en la aceptación del que creo es uno de mis mayores logros: profundizar en mi persona dentro de un estadio sanador, de la mano de variados ingredientes y matices.

De este modo, escalando y yendo hacia un macro de reflexiones acerca de constatar el presente de mi vida en el aquí y en el ahora en el devenir de nuestro planeta, y de cómo la corriente de sucesos nos lleva a asumir no uno, sino varios retos y responsabilidades. El primero: honrar nuestra naturaleza humana como un acto de amor ilimitado e inconmensurable a través del cual un día, quizás podamos, reconocernos UNO con los demàs.

Gracias a mi ser, por esta exploración. Y gracias a todos aquellos seres y eventos que me han ayudado e influenciado con su conocimiento, en la construcción personal que sigue su ruta.
Finalmente, asimilo otros aprendizajes, en relación con un afecto diferente conmigo misma, un amor creciente que se instala en mí y con esta noble tierra en donde vi la primera luz y que ahora acompaña mi ¡RENACER!

Aniuska

No hay comentarios:

Publicar un comentario